Es habitual que pongamos etiquetas en mermeladas o frascos de granos porque sabemos que el contenido no cambiará. Los adultos tenemos la mala costumbre de ponerle etiquetas también a los niños, las más comunes: “hiperactivo”, “perezoso”, “tímido”.
Hacerlo no es sabio, e incluso termina siendo problemático. Ellos tienen toda una vida para ir cambiando y desarrollándose a su propio ritmo, y con esta práctica solo le estás imponiendo una imagen congelada y a su vez, limitando las creencias sobre él mismo.
Si tu hij@, sobrin@, niet@ ya tiene eqtiquetas es importante liberarlo de ellas y empezar a hablar de las necesidades que merecen ser satisfechas, escuchar sus comportamientos y participar en su transformación.
Para ello, te invitamos a hacer un ejercicio simple que consiste en reemplazar esas etiquetas por necesidades y así apoyarlos y acompañarlos en acciones positivas, cambiando su diálogo interno y accionando desde el amor propia y familiar.
“Yo NO soy”, yo necesito…
- Ansioso: necesidad de seguridad.
- Dependiente: necesidad de desarrollar autonomía y confianza.
- Inquieto: necesidad de moverse.
- Agresivo: necesito aprender a poner palabras en mis emociones / necesito descansar.
- Indisciplinado: necesito entender las reglas y tener cuidado.
- Inhibido: necesito expresarme.
- Perezoso: necesito encontrar interés en lo que hago.
- Aislado: necesito afirmarme y aprender a comunicarme.
- Torpe: necesito practicar.
- Celoso: necesito sentirme amado.
- Temeroso: necesito ser tranquilizado.
- Tímido: necesito tiempo para observar y oportunidades para integrarme a mi propio ritmo.
Fuente: papapositive.fr